domingo, 28 de julio de 2013

Feng shui para museos (No. 4, noviembre 2000)


El feng shui es un conocimiento milenario que nos dice
cómo decorar la casa para ser ricos, sanos y felices. Y los
conocimientos milenarios, claro, siempre son verdad. Si
no, ¿por qué son milenarios, a ver? Estoy convencido de
que el feng shui podría aplicarse en Universum y el Museo
de la Luz para que los visitantes estén más contentos.
Con esto en mente, extraigo de un libro algunos preceptos
de feng shui, que someto a la consideración de la comunidad.
Lo esencial en el feng shui es estar consciente del flujo
del chi, la energía cósmica que está en todas partes. Para
que me entiendan los astrónomos (me dicen que hay uno
o dos en la DGDC), el chi es una especie de radiación de
fondo, pero más caliente. Por suerte, a diferencia de la
radiación de fondo, el chi puede manipularse, lo cual sirve
para propiciar las energías positivas y disipar las nefastas.
He aquí cómo.
Un sendero serpenteante trae más suerte. La senda
ecológica no sólo es serpenteante, sino que debe estar
llena de serpientes. Tendremos muy buena suerte (a condición
de no pasearnos por nuestro sendero serpenteante
sin zapatos).
Si tras tu casa hay un montículo, gozarás de la protección
de la tortuga celestial. Detrás de Universum está el
Ajusco. ¿Le bastará a la tortuga celestial para concedernos
el beneficio de su protección?
¡Cuidado con tres puertas en línea, porque atraen la
energía negativa! ¡Maldición! Yo vivo en el segundo piso,
donde tenemos muchas puertas en línea. Ahí el chi de
Universum debe pasar las de Caín. ¡Con razón no puedo
trabajar por más que trato!
Los lugares solos y silenciosos acumulan yin. Esto se
puede contrarrestar con la presencia de animales domésticos.
El ajolote de la sala de biodiversidad no es muy
doméstico, pero quizá sirva para dispersar el yin que se
acumula en Universum por las noches. En el Museo de la
Luz se las tendrán que arreglar con los camaroncitos de
la esfera ecológica.
Busca una rana de tres patas y colócala cerca de la
puerta principal. Nosotros hacemos las cosas en grande:
en vez de rana en la entrada tenemos ballena. Me pregunto
a cuántas ranas equivale una ballena en las cuentas
de la tortuga celestial.
Ten cuidado y no te excedas con los elementos de
agua en tu casa. Demasiada agua equivale a peligro, y si
lo dudan, pregúntenle al capitán del Titanic. En
Universum, por suerte, no tenemos ese problema.

Seguir al pie de la letra los preceptos del feng shui es
complicadísimo. Hay que saber que la energía yin es mala
y la yang es buena, pero que demasiado yang es más
malo que un poco de yin, a menos que sea un yin tan
malo que hasta con un poquito disperse al yang. Hay
que estar consciente en todo momento de los puntos cardinales
para saber cómo sentarse, hacia dónde orientar
el escritorio y dónde poner la computadora. El flujo del
chi tiene más vericuetos que un fractal, pero es muy importante
saber encauzarlo para que propicie la salud y la
prosperidad.
Finalmente, una advertencia: resulta que para dirigir
el chi a nuestro antojo y conveniencia se usan espejitos,
lámparas chinas, móviles, adornitos en forma de animales,
plantas (incluso de plástico), fuentes, pececitos dorados
y cascadas artificiales, colguijos, estatuas, dragones
y biombos. Por lo tanto, ¡cuidado! Si exageramos con
esto del feng shui podríamos dejar nuestros museos como
casa de narcotraficante.

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