domingo, 28 de julio de 2013

Por qué no les gusta la ciencia (No. 21, nov 2002-ene 2003)


En la lejana Krylia hubo un concurso de belleza. Los krylianos son muy mojigatos. Les da pena mirarse el cuerpo (a algunos con razón, porque lo tienen horrible) y está prohibidísimo mirárselo a los demás. Para evaluar la belleza de las participantes los organizadores del concurso las metieron en una caja de madera con tres rendijas por las que los jueces podían ver partes del cuerpo contra las cuales no tienen nada las autoridades religiosas del país: las orejas, la punta de la nariz y las uñas de los pies. El concurso se declaró desierto porque a los jueces las concursantes les parecieron espantosas, y no es de extrañar: las cosas a pedacitos pierden el chiste. Además, ¿quién tiene hermosas las uñas de los pies? Que el que esté libre de uñas enterradas arroje la primera piedra…
–A ver, niños –dice el maestro a los estudiantes de primero de secundaria del Colegio Duckie (primaria, secundaria, inglés y computación, no faltaba más)—, repitan: “los planetas se mueven en órbitas elípticas con el sol en uno de sus focos”.
         Los niños repiten, imprimiendo a sus vocecitas el sonsonete encantador de los escolares que no han entendido un cuerno. Ya en casa les cuentan a sus papás que en clase de ciencias naturales aprendieron que las plantas se mueven en órbitas epilépticas con focos prendidos.
         –Yo no sé para qué les enseñan ciencias naturales –dice el papá—. Eso a quién le importa.
         Soltando un bufido de indignación, el rey del hogar sintoniza en la tele el talk show Tonto el que lo vea, al tiempo que se rasca en una parte que desaprobarían las autoridades de Krylia.
Con todo, la ciencia es importantísima. Así lo reconoce el dueño del portal de internet Sí_cómo_no.com y por eso su expendio de información cuenta con una sección dedicada a la ciencia y la tecnología. ¿No la han visto? Entren al portal, vayan a la sección de horóscopos, bajen hasta el final de la página, hagan clic en “temas relacionados” y píquenle en donde dice “homo hábilis”. El Homo hábilis es un bicho extinto hace millones de años y que se parece más a un chimpancé que a un científico (de los que no se parecen a un chimpancé), pero al dueño le pareció ingeniosísimo ponerle así a la sección de ciencia, quizá porque su primo el listo se asemeja a uno de esos primates. He aquí una noticia científica de esa sección: “Viene el virus de la Psitacosis del Congo. La Secretaría de Salud confirmó que este temible virus ya entró en México. Aunque las autoridades afirman que sólo ataca a los ornitorrincos en celo, no pudieron negar, ante nuestra insistencia, que existe una probabilidad de una en treinta millones de trillones de que el virus ataque a las personas. ¡Tengan miedo! ¡Tengan mucho miedo!”
Una televisora, consciente de la importancia de la ciencia, ha lanzado un programa titulado La ciencia es divertida, pensado cuidadosamente para atraer hordas de niños que no podrán resistirse a la diversión sin límites que promete este originalísimo título. El programa lo conduce un señor vestido de niño (¡ingeniosa estratagema!) que, con voz atiplada (¡pero qué buena idea!) y entre gritos de “amiguitoooo, la ciencia es tu amiguitaaaa”, despacha interesantísimos mensajes científicos como “¿sabías que el número atómico del protactinio es 91?”
         El otro día alguien me preguntaba que por qué a casi nadie le gusta la ciencia. He estado piense y piense, pero todavía no tengo respuesta.

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