domingo, 28 de julio de 2013

Todos somos inteligentes (No. 23, mayo-julio 2003)


Interrumpo todas mis actividades para traerles, colegas amados, una buena nueva. Y no es poco lo que interrumpo: pendientes añejos que estaba por ponerme a despachar, mi segundo café de la mañana, mi beauty rest… La buena nueva, empero, lo amerita.
         Una canción que oí hace poco en un balneario morelense de medio pelo dice “que levante la mano quien no sufrió por amor, que levante la mano quien no lloró algún adiós”. Hago mío el espíritu (aunque no el ripio) de este inspirado autor y parafraseo: que levante la mano quien no dudó, aunque sea secretamente, de su inteligencia. No se preocupen, no los voy a contar ni nada. A decir verdad, sólo un tonto levantaría la mano. Permanezcan pues los inseguros en el anonimato y aprovechen la buena nueva que les traigo.
         ¿Creíste que no eras listo porque no entendías las matemáticas, la física, la química y la biología? ¿Se te agravó el complejo porque en realidad tampoco te enterabas en historia, filosofía, gramática, literatura, relaciones humanas, política, recetas de cocina ni trutrú? ¿Te pensaste tonto sin remedio sólo porque todos tus discursos empiezan con “bueno, pus” y no puedes hilar más de dos palabras sin rebuznar?
En otras palabras, ¿te sentiste tonto sólo por no ser inteligente?
Pues alégrate, porque resulta que ya no hay un solo tipo de inteligencia, sino siete, ocho o nueve, según a qué gurú de las inteligencias múltiples te acojas. Con esta abundancia la inteligencia puede, por primera vez, repartirse democráticamente, como las tierras en la reforma agraria. Qué bueno, porque si algo se le pide a un buen divulgador de la ciencia es un mínimo de inteligencia. ¿No se te dan las disciplinas académicas? Quizá tu inteligencia sea emocional. También hay inteligencia interpersonal, intrapersonal, musical (de ésta muy poca), y ya de plano para el que sólo puede jactarse de caminar sin tropezarse con sus agujetas, inteligencia corporal.
Pero no basta, compañeros. Aún estamos dejando fuera del gran tren de la inteligencia a un buen número de congéneres y eso no es justo. Para enderezar el entuerto yo propongo un nuevo tipo de inteligencia (la octava, novena o décima, según): la inteligencia vegetal. “Claro que Fulano es inteligente”, podremos ahora decir de un colega tonto como una lechuga, “pero su inteligencia es vegetal”. La hortaliza en cuestión se sentirá muy revaluada, y quien sabe, quizá, en un esfuerzo heróico de fitosuperación, hasta se ponga a aprender a hacer la fotosíntesis para contribuir, al menos, a la oxigenación del planeta.
Luego de familiarizarme con el tema para traerles mis reflexiones sólo me inquieta esta observación: los gurúes de las inteligencias múltiples no mencionan siquiera el mismísimo tipo de inteligencia que los ha convertido en gurúes, además de millonarios: la inteligencia mercantil…

No hay comentarios:

Publicar un comentario